martes, 1 de marzo de 2011

Soy un completo incompleto



Tú me completas, eres mi otra mitad, mi media naranja, donde yo termino, tú comienzas, te cruzaste en mi camino y fuiste camino, estaba perdida y entonces, llegaste…

Muchas veces se nos olvida que somos irremediablemente únicos y diferentes a todos los demás, aunque hoy, me he puesto a pensar en lo contrario. Me he puesto a pensar en las similitudes que nos hacen miembros de unos grupos, al tiempo que nos cierran las puertas de otros muchos. Cualidades eliminatorias que nos diferencian en sectores, señalando qué tenemos y qué nos falta.
Si ponemos el ejemplo más claro de esas diferencias determinantes, encontramos los dos grandes grupos, en los que al unirnos, dividimos el mundo.  Hombres y  mujeres.


Tanto en la naturaleza, como en la historia, como en el día a día, siempre se nos ha trasmitido la idea de ser incompletos individualmente. Ser sólo mitad de un todo, y estar, por tanto, irremediablemente condenados a buscar la otra mitad.
Desde un punto de vista biológico, está justificado. Un hombre y una mujer encajan, sus cuerpos encajan, además maduran células que también encajan, y no sólo eso, sino que como resultado de este encaje, garantizamos y perpetuamos nuestra propia existencia. Así pues, no parece que haya mucho que discutir al respecto, somos mitades dependientes de la misma naranja. Esta idea no sólo esta latente tanto en la sociedad, como en la naturaleza, sino que además parece irrefutable. Pero yo me pregunto, en nuestra condición racional, donde lo natural no prevalece siempre, ¿no existen ya otros modelos de naranja? ¿No vemos cada día, como dos mitades, que biológicamente no encajan, se unen en su todo particular? Y si esto es posible, ¿seremos capaces de pasar por encima de esa concepción natural de sentirnos una mitad? ¿Conseguiremos ser uno, completo, único, al tiempo que parte del conjunto? ¿Y podrá ser éste, un conjunto más abierto y no el tradicional que forman sólo dos?

No cabe a discusión que uno solo no puede serlo todo, pues cada una de nuestras cualidades tiene su antónimo, tan incompatible como necesario para su existencia. Así pues, no somos capaces de ser introvertidos y extrovertidos al mismo tiempo, no podemos ni serlo todo, ni tenerlo todo.  Pero, ¿dónde pone que para ser completo haya que tenerlo todo? Quizá tengamos una idea errónea de lo que significa la plenitud. Quizá no entendamos que ser completo simplemente significa sentirse completo, sin incluir ningún tipo de vínculo. Una vez sintamos esa plenitud individual, podremos aceptar que entre todas las cosas que sí tenemos, otras muchas nos faltan y que podemos encontrarlas y hacerlas nuestras en cualquier medio y momento.

Llegados a este punto, se plantea una nueva cuestión, ¿por qué conformarnos con lo que nos aporta una sola persona? ¿Existirá alguien capaz de darnos todo aquello que nos falta? y en el caso de que esa persona exista, ¿qué probabilidades tenemos de encontrarla? ¿Vamos a esperar, que la enorme cantidad cosas que no cubrimos solos, las cubra una persona? ¿No estaremos fingiéndonos completos, mientras la realidad es que preferimos olvidar que andábamos en busca de todo eso que nos falta, que no tenemos, que echamos de menos sin querer, rindiéndonos y asumiendo que el todo, siempre fue una utopia? 
Puede que el todo sí sea una utopia, pero prefiero cargar con mis necesidades a echarlas sobre alguien. Y para esto, he comprendido que puedo ser completa e individual, que puedo devolverme la mirada en el espejo, oler mi perfume y escuchar mi propia voz. Y que cuando esa voz se dirija alguien, no buscará aprobación, ni aceptación, no querrá reafirmarse ni complacer, no tendrá miedo a ningún rechazo, pues no tratará de convencer de nada. Esa voz sólo dirá: “esto es lo que soy, quizá puedas aprender algo, qué tal si me hablas de ti, así tal vez, yo también aprenda alguna cosa”

Tú me acompañas, compartes mi curiosidad, mis ganas de seguir creciendo, donde yo termino, comienza el mundo, te cruzaste en mi camino y me encantó dejar de caminar sola,  tuve que encontrarme, para encontrarte a ti…

2 comentarios:

  1. Me gustó mucho tu blog.
    Pásate por el mío si tienes un rato.
    http://morethanwords1524.blogspot.com/

    ResponderEliminar
  2. Este escrito es excepcional. Me hiciste caer unas cuantas lágrimas. Brillante. Me siento tan identificada con tus palabras. Voy a compartirlo en mi blog, porque no podrías haber expresado mejor lo que pienso: "Y para esto, he comprendido que puedo ser completa e individual, que puedo devolverme la mirada en el espejo, oler mi perfume y escuchar mi propia voz. Y que cuando esa voz se dirija alguien, no buscará aprobación, ni aceptación, no querrá reafirmarse ni complacer, no tendrá miedo a ningún rechazo, pues no tratará de convencer de nada. Esa voz sólo dirá: “esto es lo que soy, quizá puedas aprender algo, qué tal si me hablas de ti, así tal vez, yo también aprenda alguna cosa” Supremo.
    Te dejo mi link, un saludo grande!
    http://puedoserintelectualyfashionista.blogspot.com/

    ResponderEliminar