
Recuerdo soñar con el amor de los
cuentos de hadas, recuerdo las rosas en San Valentín, las tarjetas con versos
fáciles, los regalos, los detalles, que puedes hacer más a los 14 años que
enamorarte del amor. Recuerdo como apenas conocía a mi supuesto amor, y
recuerdo como amaba, quizá no a él, pero entonces no lo sabia, tampoco
importaba. Adoraba jugar a estar enamorada, cumplíamos todas las pautas que nos
habían enseñado, todas las que habíamos visto en la televisión o leído en algún
libro. Cogerse de la mano en el cine, los mensajes de amor por las noches, si
bien los podíamos haber mandado a un buzón ajeno, solo necesitábamos una
respuesta, de quién? pues del amor, tuviera el nombre que tuviera. Las cenas románticas
de cada aniversario, bailar como pretexto para sentirse cerca. Recuerdo amar,
soñar o idealizar, a penas nos preocupábamos de saber bien a quien amábamos,
pues lo único que queríamos, era amar.
Siempre he creído saber porque ocurrió
así, es un cambio, un proceso, quieres sentir que significa eso, quieres
comprobar como se siente una mirada, una caricia, incluso un beso tímido. Pero
apenas eres una niña que juega a ser una mujer y que a penas comprende. Un día,
igual en el que creces, miras al otro y dices, creo que todo este tiempo, he
querido mucho, pero no creo que te haya querido a ti.
Y apenas lloras, porque no es dramático
perder a esa persona, y si echas de menos algo, no es a él o ella, es que te
has hecho mayor y se te acabo el juego. Creo que por eso dicen que el primer amor
siempre es maravilloso, porque no depende de nadie, solo de la idea, de esa
idea de perfección, con esa maravillosa falta de realidad, de información y de
realismo.
Ahora sin embargo, todo parece
distinto, quizá sea que estoy creciendo y tengo ese horrible prejuicio que
nombra Sabater, de pensar que las futuras generaciones, son degeneraciones
nuestras. Pero dónde esta esa niñez, esa inocencia, esa ignorancia sobre el
mundo de los adultos, sobre sus problemas y sus hábitos, sus formas de
relacionarse, su manera de amarse o odiarse.
La información esta por todos
lados y eso hace que estén más preparados, pero también más adultos y desde muy
pronto. En la era de la comunicación, donde todos nos contaminamos y nutrimos de
las costumbres de todos, ¿no estaremos contaminando a los niños de madurez? ¿No
estaremos creando niños que viven como adultos, y que como consecuencia
terminan cargando problemas de adultos? ¿No estaremos provocando inmadurez al
frustrar sus infancias o creando adultos neonatos?
Cada etapa de nuestra vida es tan
única como necesaria en nuestro desarrollo. Necesitamos ser niños y que nos
cuiden, tener el amor y la protección que nos hace sentir seguros. Crecer y
tener un millón de sueños “para cuando sea mayor”, aprender a caminar, tropezar con problemas
pequeños para empezar a levantarnos poco a poco, entender que cada decisión que
tomamos tiene sus consecuencias con pequeños ejemplos, que en el futuro ni
siquiera nos parecerán problemas.
Magnificar situaciones creyéndolas
complejas, difíciles y buscar soluciones a problemas a nuestra medida. Necesitamos
entrenarnos para el futuro, crecer, conocer y comprender para llegar, algún día,
a saber algo. También tenemos que revelarnos contra el mundo, sentir que nadie
nos entiende, pelearnos con nuestros padres, romper algunas normas y crear
normas nuevas. Necesitamos ir entendiendo que le pasa nuestro cuerpo, apreciar
los cambios, disfrutarlos, ver como vamos, día a día, transformándonos en
hombres y mujeres, y necesitamos las decepciones inevitables, que conlleva el
estar creciendo, comprender que algunos sueños, eran sólo eso. En definitiva,
entrar poco a poco en un nuevo mundo con el que tendremos que convivir por
siempre.
Ahora parece que ese camino es
una prueba de velocidad, cuado siempre debió ser una carrera de fondo, quizá también
de obstáculos. Tengo una sensación de crecimiento desorganizado, de exceso de
información, ventanas abiertas a la realidad demasiado pronto, parece que no
esta de moda ser un niño a partir de los 11, o con algo de suerte, de los 12
años.
Algunas mañanas las veo pasar,
muchas tienen aún la alegría y la curiosidad en los ojos, pero hay que buscarla
detrás el maquillaje. Ver como caminan como adultas y hablan como adultas,
descubriendo muchas cosas para las que no están preparadas, jugando con el
peligroso rol de ser mayor. Algunas mañanas las veo pasar y siempre tengo el
mismo pensamiento, mira, ahí van mujeres de 12 años.
Bonita entrada, creo que nunca me había parado a pensar en esto,siempre pensé que entube "medio enamorada" pero tras esto, tengo bastantes dudas.
ResponderEliminarMe gustó mucho.
Un beso.